La conexión entre mente, corazón y cuerpo comienza joven: los expertos dicen que el cuidado integrado de la salud mental y de la cardíaca es crucial
Desde hace tiempo la investigación ha relacionado el riesgo de enfermedad cardiovascular y muerte con una mala salud mental, incluso en los jóvenes. Aunque persisten las interrogantes acerca de cómo una puede conducir a la otra, los expertos concuerdan: un enfoque que integre el cuidado de la salud mental y de la salud cardíaca puede dar los mejores resultados posibles para los pacientes.
Qué dice la investigación
La investigación reciente ha mostrado que los problemas de salud mental están en aumento entre los adultos jóvenes en Estados Unidos. Un estudio publicado en JAMA en el 2023 encontró que, aunque el número total de visitas a las salas de emergencias pediátricas y de adultos jóvenes permaneció relativamente estable del 2011 al 2020, la proporción de visitas por motivos de salud mental prácticamente se duplicó y la proporción de visitas por síntomas relacionados con suicidios se quintuplicó.
Según un estudio del 2023 publicado en el Journal of the American Heart Association, los adultos jóvenes con depresión o mala salud mental en general informaron más ataques cardíacos, derrames cerebrales y factores de riesgo para enfermedad cardiovascular que sus coetáneos sin afecciones de salud mental.
La autora principal del estudio, la Dra. Yaa Adoma Kwapong, investigadora posdoctoral en el Centro Ciccarone para la Prevención de Enfermedad Cardiovascular en el Johns Hopkins, en Baltimore, dice que la enfermedad cardíaca y la depresión probablemente se influencian entre sí, y que cada afección tiene el potencial de contribuir al desarrollo de la otra. Con todo, enfocarse en la mejora de la salud mental en los adultos jóvenes puede ayudar a reducir el riesgo de enfermedad cardíaca y a mejorar la salud en general.
Para explorar el vínculo entre la salud mental y la cardíaca en adultos jóvenes, Kwapong y sus colegas examinaron datos de unos 600,000 adultos, con una edad promedio de 35 años, del 2017 al 2020. Los participantes informaron los diagnósticos de depresión y los días en los que no se sintieron bien mentalmente. También compartieron información sobre los factores de riesgo para la enfermedad cardíaca, como presión arterial alta, colesterol alto, obesidad, hábito de fumar, diabetes, falta de actividad física y mala alimentación.
El estudio encontró que cerca del 20% de los participantes tenía depresión, una tasa que aumentó en el 2020 debido a la pandemia del COVID-19. Aquellos con depresión tuvieron dos veces más probabilidad de padecer enfermedad cardíaca en comparación con los que no sufrían de depresión. Además, la probabilidad de enfermedad cardíaca aumentó con el número de días de mala salud mental, y para los que experimentaron hasta 13 días de mala salud mental la probabilidad de tener enfermedad cardíaca fue 1.5 veces mayor.
La autora senior del estudio, la Dra. Garima Sharma, directora de Cardio-obstetricia y directora de Salud Cardiovascular de la Mujer en Inova Health System, dice que los investigadores necesitan recolectar más datos para investigar si estas tendencias han cambiado después de la pandemia. Independientemente de esto, dice ella, "los médicos necesitan mejorar en el reconocimiento y la remisión de pacientes con mala salud mental para un control enérgico de los factores de riesgo y viceversa”.
Otra investigación sugiere que al menos una cuarta parte de las personas con problemas cardíacos y un tercio de los sobrevivientes de derrame cerebral desarrollan síntomas de depresión. No obstante, los científicos han estado tratando de averiguar si la depresión causa enfermedad cardíaca o si es la enfermedad cardíaca la causante de la depresión. La Dra. Helen Lavretsky, profesora de psiquiatría en UCLA, dice que ambos casos parecen ser ciertos.
Levretsky no participó en la reciente investigación, pero fue coautora de un informe del 2021 publicado en Circulation. El informe mostró sólida evidencia tomada de varios estudios que relacionó en varias formas la salud mental y enfermedad cardíaca.
En primer lugar, el informe muestra que la salud mental influye sobre cuán bien las personas se adhieren a las rutinas de sus medicamentos. Una mala salud mental también puede conducir a hábitos no saludables. como malas decisiones en cuanto a la alimentación, especialmente en aquellos que necesitan dietas bajas en sodio, y también afecta la adherencia a los programas de salud cardíaca, como la rehabilitación cardíaca. El estrés crónico causado por eventos cotidianos o traumáticos puede aumentar el riesgo de enfermedad cardíaca al promover hábitos no saludables como tabaquismo y deficiente alimentación. El trastorno del estrés postraumático (TEPT) puede aumentar el riesgo de enfermedad cardíaca coronaria en más del 60%, y la ansiedad y la depresión también están vinculadas a riesgos más altos de problemas del corazón.
¿Qué ayuda?
Los expertos dicen que las futuras investigaciones deben explorar si aspectos como los factores sociales y las desigualdades en la salud afectan la salud mental y los resultados de la salud en general. Además, se debe trabajar para determinar con precisión cuáles factores de la salud mental, positivos y negativos, ponen a las personas en mayor riesgo de enfermedad cardíaca.
Incluso así, tanto el informe del 2021 como el estudio más reciente hacen un llamado a los equipos de atención cardíaca para que tengan en cuenta y ayuden a tratar la salud mental de sus pacientes junto con su salud cardiovascular. "Tan solo diagnosticar la depresión no ayuda. Tienes que atenderla”, dice Levretsky.
El estudio del 2023 sugiere que es esencial un enfoque multidisciplinario, lo cual significa una labor aunada de médicos de salud mental, psicólogos, psiquiatras, nutriólogos, especialistas en adicciones, médicos primarios y cardiólogos. Este esfuerzo colaborativo puede mejorar eficazmente la salud mental y reducir el riesgo de enfermedad cardiovascular, y asegurar una atención integral para los pacientes.
Los profesionales del cuidado de la salud pueden ayudar a tratar las afecciones de salud mental de varias formas. Los medicamentos como los antidepresivos, la terapia y los programas de manejo del estrés pueden todos ayudar. Los exámenes regulares también pueden ayudar a la detección precoz de cualquier problema cardiovascular, de forma que los equipos de cuidado de la salud puedan tratar el problema antes de que empeore.
La evidencia apunta a una intersección crucial de la salud mental y la salud cardiovascular y eso significa que un compromiso abarcador con la atención integrada será fundamental para mejorar los resultados y la salud en general de los pacientes.